Erase una vez, en un tiempo tan lejano que aun el hombre se conformaba con lo que le daba la tierra y en el cielo nocturno solo había estrellas que no daban la luz necesaria para ver mas allá de dos pasos, vivía una muchacha en las estepas siberianas que se llamaba Selene aunque algunos también la conocían como Luna.
Selene tenia la piel tan blanca como la nieve del lugar y su pelo tan negro como la oscuridad de la cueva en la que vivía junto a su compañero, un lobo de pelaje plateado que le servia de almohada, llamado Ubma.
Todos los días, perdón, todas las noches salían para ver a las estrellas, que jugueteaban a ver cual era la que más brillaba, hasta que llegaba el sol y antes de que se asomase, Luna ya estaba en su cueva junto a Ubma. Según decía ella, no podía ver el sol, porque en ese instante su cuerpo se quemaría y solo quedarían sus cenizas.
Selene no sabia el camino de vuelta, era Ubma quien la guiaba mediante aullidos hasta que esta llegaba a la cueva, o por lo menos así fue hasta que ocurrió lo del ratón, y ¿qué es lo del ratón? os preguntareis, pues ahora lo cuento.
Una noche en la que Ubma se había adelantado ya en el camino de regreso, se acerco un pequeño ratoncillo a Selene y se quedo mirándola como hipnotizado. En ese preciso instante se abalanzo sobre el una lechuza blanca y después de matarlo le dio las gracias a Selene.
Ella le pregunto que porque le daba las gracias, la lechuza le contesto que la blancura de su piel irradiaba cierta luz y que debido a ello pudo ver al pequeño roedor. Seguidamente la lechuza le comento que se fuera con ella al cielo, así podría vivir con las estrellas que tanto miraba e iluminaría el cielo de la noche, Selene le hablo de Ubma y dijo que no quería que estuviese solo. Entonces siguieron hablando.
Tanto hablaron que Luna no escucho los aullidos de Ubma y cuando se quiso dar cuenta, el alba estaba a punto de aparecer. Le hablo a la lechuza de su pequeño problema con el sol y esta le dijo que ella solo podía llevarla hacia el cielo de la noche. Entonces, con una gran tristeza en el corazón, accedió a lo que le había dicho la lechuza. La lechuza la agarro y salieron volando hacia el cielo donde Luna ocupo su lugar en el cielo de la noche, del que nunca mas pudo bajar.
Ubma, el lobo del pelaje plateado, padre de todos los lobos, siguió aullando todas las noches, durante toda su vida, siempre a la Luna que no pudo volver con él, y sus hijos, y los hijos de sus hijos hasta hoy en dia, siguieron el ejemplo de su padre, Ubma, recordando el día en el que Luna iluminó las noches.
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